En un artículo anterior, hablamos del proceso del duelo y de los sentimientos y comportamientos que éste conlleva habitualmente: tristeza, ira, ansiedad, soledad, fatiga, desamparo, shock, o bien, culpabilidad y remordimiento, emancipación o liberación y alivio o insensibilidad.
Conocer este proceso, nos puede ayudar a afrontarlo y diferenciar si nos encontramos ante una experiencia de duelo complicado o no. Pero…
¿Cómo sabemos si estamos ante un duelo complicado?
Cuando nos encontramos ante un duelo complicado, éste se intensifica tanto que la persona se siente abrumada, recurriendo a conductas inadaptadas y quedándose estancada de tal forma que no puede avanzar en su resolución.
Actualmente se observa que hay una relación de continuidad entre las reacciones normales y la patología, entre las complicadas y no, y que las patologías están más relacionadas con la intensidad o la duración de la reacción que con la presencia o ausencia de una conducta concreta (Horowitz).
¿Cómo afrontar el duelo NO complicado?
Para los casos de duelo no complicado, os indico en este nuevo artículo algunas posibles estrategias para afrontarlo:
1. Comenzar por tomarse en serio las pequeñas pérdidas
Éstas nos preparan, sin duda, para otras más importantes y dolorosas que se presentarán en nuestras vidas. Y hay que hacer partícipe a los niños de estas situaciones, no privándoles de la experiencia del duelo, ayudándoles así a darle un significado a la muerte y su lugar en la vida, para que puedan integrarlo desde pequeños.
2. Tomarse tiempo para sentir
No debemos intentar aplazar nuestros sentimientos o simplemente hacer “como que no los sentimos”, por lo que debemos enfrentarnos a ellos, buscando nuestros momentos de soledad.
3. Encontrar formas sanas de descargar el estrés
Para esto hay muchas opciones, como por ejemplo, a través de cualquier tarea/hobby que nos motive y nos haya servido siempre para “desconectar”.
4. Dar sentido a la pérdida
Partimos de la base de que todo lo que evitamos pensar, adquiere más fuerza, por lo que no debemos intentar dejar de pensar obligatoriamente en esa pérdida o en el ser querido fallecido. De esta forma, podremos ir elaborando una historia coherente de nuestra experiencia.
5. Confiar en alguien
En esas personas que sabemos que nos escuchan con atención y a las que podamos contarle exactamente como nos sentimos, sin sentirnos juzgados
6. Dejar a cada persona sentir su propio duelo
Cada persona tiene una manera diferente de desarrollar su duelo y su propio ritmo, y éstos deben ser respetados, aunque no sean compartidos
7. Ritualizar la pérdida de un modo que tenga sentido
Honrar nuestras pérdidas de tal forma que satisfaga nuestras necesidades, aunque no sea de una forma ortodoxa
9. No resistirse al cambio
Toda pérdida nos transforma para siempre y este hecho tiene que ser aceptado. Estos cambios podrían ser oportunidades de crecimiento y así debemos verlo.
10. Cosechar el fruto de la pérdida
La pérdida hace que nos replanteemos nuestras prioridades vitales. También tenemos que aprovechar este cambio para aplicar lo aprendido en nuestro futuro.
Referencias:
Aprender de la pérdida. Robert A. Neimeyer.
El tratamiento del duelo. J. William Worden