Asun – como le llamamos todos – nos cuenta que le ha sorprendido la fortaleza de los residentes durante la primera ola de la pandemia. “Mientras nos lamentábamos de no poder salir de casa por el confinamiento, ellos, que estaban en sus habitaciones, aceptaban bien la situación…”
“Me ha enseñado mucho la manera como lo vivían ellos y eso me ha inspirado y me ha dado fuerzas…”, reconoce Asun, quien nos cuenta que en esos días, “todos tratábamos de contener la preocupación por ellos, tratando de gestionarla bien para que no permaneciera en nosotros. Les escuchábamos, estábamos con ellos en todo momento y les informábamos en la medida en que ellos podían entenderlo”.
Asun nos cuenta que realmente no ha sido muy consciente hasta hace poco de lo vivido. Después de la pandemia en la Residencia, “me encontraba plana, no conseguía desconectar, pero poco a poco me fui recuperando” y ahora asegura que no tiene miedo, después de lo vivido y que precisamente por eso y por las medidas que se han tomado, se siente segura.
Durante la primera ola de la pandemia, nos cuenta, “les poníamos música, realizábamos actividades de ocio y de orientación temporo-espacial, ya que al estar en sus habitaciones muchas veces perdían la noción del tiempo y no sabían en qué día estaban, como nos ha pasado a muchos y hacíamos mucho movimiento corporal para evitar atrofias”.
“Con los equipos de protección, muchas veces no nos reconocían. De ahí que nos identificáramos siempre al entrar en su habitación y les llamáramos por su nombre. Eso les tranquilizaba…”.
Asun nos explica que con las medidas de prevención han tenido que reorganizar el trabajo de terapia ocupacional, comprando material doble, desinfectando cada cosa después de su uso, haciendo grupos más pequeños de residentes, realizando actividades en zonas más amplias, haciendo uso siempre del gel hidroalcohólico antes y después de coger material, y haciendo actividades de forma online como visitar museos y otros lugares.
Gracias, Asun
