Mª Elena Rosso
Psicóloga
Manuel lleva con nosotros siete meses, desde febrero de este año. Después de que sus familiares nos advirtiesen de que es una persona tímida e introvertida, poco a poco íbamos animándole para que participara en las distintas actividades. Al principio, permanecía poco en éstas, pero en marzo, pocos días después del ingreso, ya veíamos que se iba abriendo, logrando así buenas interacciones con otros residentes.
En la primera reunión de PAI (Plan de Atención Individualizada), todos coincidimos en que el residente se estaba adaptando muy bien al centro, a pesar de las dudas primeras de su familia.
Ya en el mes de mayo, poco a poco Manuel se vuelve más observador con su entorno y comienza a ayudar a otros/as residentes. Se le van proponiendo actividades para que colabore con los/as demás, y se le va solicitando su ayuda, con lo que buscamos mejorar el sentimiento de valía.
Poco a poco es Manuel el que toma la iniciativa de ayudar a sus compañeros/as, aunque nadie le pida ayuda. Incluso cuando me ve por el patio, me sigue, y ayuda a pasear a las personas con agitación, tranquilizándolas de esa forma. Comienza a llevar a residentes que necesitan ayuda para moverse e incluso cuando observa que alguien está triste, acude, cambiándose de mesa si es necesario, para sentarse junto a compañeros que parecen encontrarse más solos.
Esto, poco a poco, hace que el resto de residentes le vayan cogiendo mucho cariño, y Manuel se vaya sintiendo cada vez más querido y útil, mejorando considerablemente su autoestima y fomentando su pertenencia a un grupo, lográndose integrar cada vez más favorablemente en el centro. Actualmente, incluso ayuda bastante al personal de la Residencia en algunas tareas, en la medida de sus posibilidades y siempre pensando en un beneficio para él.
Todo esto ha hecho que Manuel mejore bastante en la esfera de lo social, y se mantenga más activo en su día a día, repercutiendo en su felicidad. Sigue siendo una persona tímida, pero un poco menos introvertida, y es capaz de mantener relaciones estrechas y duraderas. Su mejora anímica ha influido notablemente, entre otros factores, en su mejoría cognitiva, pues desde su ingreso los diferentes test y escalas cognitivas han ido aumentando en puntuaciones, pudiendo observar cómo capacidades que estaban mermadas, ahora las utiliza en su mayor rendimiento. Esto lo podemos observar claramente en su lenguaje. Cuando ingresó apenas hablaba (debido en gran parte a su tristeza y a su retraimiento) pero, actualmente, su vocabulario se ha incrementado, manteniendo conversaciones e incluso bromeando en muchas ocasiones.
Cuando hablo con el residente, me cuenta que “está muy contento”. Dice que le gusta salir y participar de las actividades, como musicoterapia.
Su hija, Virginia, nos comenta que observa que se ha adaptado estupendamente y que eso les hace estar muy contentos: “Es lo mejor que he hecho. Lo veo muy feliz (…) Ha sido un cambio muy bueno y positivo. Es un ayudante en el centro, le falta el babi – ríe – (…) Antes hacía muchas cosas, cuando entró no quería hacer nada pero veo que en la Residencia ha buscado el hecho de ayudar a los demás como aquello que le da sentido. (…) Estoy muy agradecida, está hecho un chaval. (…) Son todo beneficios”.