25 de noviembre de 2020
Residencia de Mayores Cruz Roja San Fernando Cádiz
Cartas Querido/a Abuelo/a
Por sus detalles y gran emotividad, la carta de Marina Rueda ha sido la elegida como ganadora de la última edición del Concurso de Cartas Querido/a Abuelo/a, de las muchas que hemos recibido.
Aquí podéis leerla íntegramente o ver más abajo, cómo Bárbara Basallote, Directora de Servicios de la Residencia, se la lee ante la mirada atenta y emocionada de Trinidad, su abuela:
CARTA GANADORA DEL CONCURSO III EDICIÓN
“Ay abuela, mi debilidad desde que era una niña, mi ojito derecho, como expresarte todo lo que siento por ti y todo lo que he vivido a tu lado desde pequeña, tu nieta mayor, la que ha tenido el mayor privilegio de vivir contigo millones de momentos antes de que esa enfermedad llamada alzhéimer llamase a tu puerta para quedarse…
Quiero que sepas lo que significas para mí, eres una luchadora innata, desde muy joven y aunque no conocí al abuelo, sacaste y saliste adelante con tus cuatro hijos. Ahí empezó tu lucha, tu fuerza, tu coraje por salir adelante con ellos y llegando tu primera nieta al cabo de los años, yo, Marina, la que cargabas en tus brazos desde pequeña y me cantabas nanas para dormirme, la terremoto de tu casa, la revoltosa, a la que le dabas de comer y te escupía la comida porque era malísima para comer…
Eres mi orgullo, mi fuerza, mi ángel de la guarda, la que ha estado y está ahí para apoyarme; siempre dándome tus mejores consejos y experiencias de la vida. De ti me llevo que no hay que rendirse en la vida, que tengo que luchar siempre por lo que me haga feliz y que si me equivoco no es una derrota sino una experiencia que formará parte de mi vida haciéndome más madura. Los valores que me has inculcado junto a mis padres son fuertes, haciendo mella en mí y haciendo de mí a medida que crezco una gran mujer, fuerte, buena de corazón e independiente, capaz de afrontar lo que venga en la vida…
Cuando echo la vista atrás recuerdo miles de vivencias contigo, a tu lado, como cuando íbamos a “La Caleta” todos los días y nos quedábamos hasta que se pusiese el sol, que me llevabas el almuerzo y la merienda (bocadillo de chorizo con un batido de chocolate Puleva) que me decías que me saliese del agua porque estaba arrugada como un garbanzo. Cuando me dabas dinero para que bajase al kiosco de la esquina para comprarme un “calipo» y que te trajese a ti un “mantecao almendrado” (nuestros gustos eran y siguen fijos), y después me dabas la vuelta del dinero para mí…
Esas tardes de meriendas en “El Riancho” junto a la tía Angelita, la tía Chari y las primas terminando en Candelaria jugando al pillapilla, a la pelota o comiendo pipas en un banco…
Cuando me quedaba contigo en casa, en la viña, como tú dices “la casa enfrente del faro» que cenábamos junta preparando la cena para las dos y diciéndome siempre “ que rica te ha salido la sopa, o la tortillita a la francesa» porque tú eras de cenar poco siempre.., Cuando me echabas la bronca por no ayudarte a limpiar la casa, que era muy floja y que ya tenía una edad para ayudarte… Cuando te pedía que me hicieras las albóndigas que tanto me gustaban y que solo tú sabías la receta para darle ese toque para que quisiese repetir siempre de plato. Los sábados que hemos ido al Río (Río San Pedro) a ver a la tía Chari, merendando y jugando al parchís…
Las sesiones de limpieza facial que nos hacíamos en mi casa como a ti te gusta dejándote la cara súper suave o cuando te cortaba, limaba y pintaba las uñas (Esos momentos siempre serán nuestros).
Por motivos de la vida desde hace unos años cuando me ha tocado, he sido yo la que te ha cuidado a ti, compartiendo contigo momentos desde otra perspectiva, sabiendo que el tiempo corría en tu contra porque a medida que pasase el tiempo tu memoria iba a ir olvidando esos detalles. Sé que eres feliz pese a las circunstancias de la vida, yo lo soy contigo, lo he sido siempre y ahora más todavía, daría mi vida por ti, cuando y donde hiciera falta. Te quiero, te adoro y amo con locura, eres para mí un pilar fundamental en mi vida y que juntas podemos siempre con todo… he sido y soy afortunada de la abuela que tengo, porque me tocó la lotería contigo, tu compañía, el haber disfrutado de ti cuando te venías a casa con papá, mamá y mi hermano, que me peleaba con mi hermano porque siempre quería que durmieras conmigo en mi habitación, que me hicieras cosquillas y me tocaras la cabeza a lo que siempre me decías que estaba peor que mi tía Gema, que nada más que quería también que por las noches le tocases la cabeza.
Un recuerdo fuerte que nunca olvidaré es cuando te pedía que me contases tu historia de amor con el abuelo, cuando él te recogía en el trabajo para llevarte a casa o dar una vuelta, lo feliz que fuiste y que acabó siendo el amor de tu vida… ojalá y algún día pueda contarle yo a mis nietos una historia parecida a la tuya. ¡Te quiero abuela!