Fran se incorporó a nuestro equipo como psicólogo el pasado mes de diciembre. Realmente poco tiempo, pero más que suficiente para hacerse un hueco en la mente de todos, especialmente en la de los residentes y familiares.
Hemos hablado con él,
Eres psicólogo y experto en psicogerontología, ¿por qué las personas mayores?
En un primer momento, no tenía esta idea. Como muchos de mis compañeros, pensaba en algo más clínico pero empecé con una formación y en aquella parte relacionada con las personas mayores, me sentía especialmente bien.
El ambiente de una residencia no deja de ser un microclima de lo que podemos encontrar fuera. Por otro lado, los mayores son un colectivo que, en ocasiones, caen en el olvido. De algún modo, quería saber cómo podría aportar algo en este sentido. Empecé el master y descubrí que me gustaba mucho. Disfruto mucho con ellos, con lo que me cuentan, su historia de vida, sus episodios de superación, su vida en definitiva. Te lo relatan con una emoción que me llega mucho. Me encuentro muy cómodo y a gusto trabajando con ellos.
¿Qué papel juega el psicólogo en la Residencia?
Hay que tener en cuenta la percepción que los propios residentes tienen de la Residencia. ¿Qué piensan ellos y cómo les afecta?… Porque en la mayoría de los casos, las personas mayores tienen la idea de que el envejecimiento es una pérdida constante, están en un duelo permanente y este pensamiento puede llegar a ser muy dañino para ellos. En este sentido, jugamos un papel fundamental tratando de cambiar esa percepción. Sí hay una pérdida pero no es tan grande como se cree y puedes construir un presente y un futuro a pesar de la edad. Tratamos de inculcarles esa otra visión de que sí, que son mayores, pero pueden seguir aprendiendo mucho y haciendo muchas cosas, a través de conversaciones más íntimas, talleres, etc.
¿Lo consigues?
Tengo que decir que cuesta mucho y que sobre todo depende de la personalidad de cada uno. Esa idea de pérdida constante está muy integrada en ellos. Venimos con esa idea y cambiar ese pensamiento es muy difícil. Si ha sido una persona más activa, más social, es más fácil pero hay que mantener una conversación constante. Y sí, se consigue en muchos casos y en otros, sin embargo, no.
¿Cuál dirías que es la clave para que ellos estén bien y felices?
La clave es el respeto. Ellos tienen derecho a decidir y a ser partícipe en lo que va a ser su día a día.
Y es que muchas veces caemos en el error de pensar que el envejecimiento activo es cargar de actividades a la persona mayor sin tener en cuenta lo que les interesa.
Y sin embargo, muchas veces es más efectivo trabajar con la persona en lo que quiere que en lo que creemos que quiere. Las personas mayores no se diferencian de los demás. Al igual que el resto, tienen sus intereses y quieren hacer y deshacer a su antojo. No quieren que se les obligue o que decidan por ellos. Por eso, cuando muchos familiares se empeñan en que su madre o padre hagan lo que ellos creen que es mejor para ellos – que puede ser que sea así – y no lo hacen, se frustran y viene el desánimo. Y es que simplemente no están teniendo esa conversación con ellos, no están entendiendo lo que quieren.
De ahí la importancia de mantener esas conversaciones y emplear, por qué no, trucos o herramientas para incitarles a realizar actividades beneficiosas para ellos, como el que las planifiquen ellos mismos. Hacerles partícipe o la hora de hacer, y no solo de recibir, es muy efectivo.
Cuando encontramos a alguien que no quiere seguir, que se ha rendido, ¿qué podemos hacer?
Sabiendo de antemano que vamos a respetar su voluntad, no vamos a dejar de intentarlo. Y pasa en primer lugar por entender por qué no quiere…
He tenido conversaciones difíciles con personas que creen que han vivido lo suficiente. Viven la muerte con resignación y no tienen aparentemente ninguna motivación. En estos casos, hablo con los familiares, amigos, con su gente más cercana, indagando en aquello que le gusta, que le puede motivar e interesar y que, en definitiva, le puede servir para salir de ahí.
Siempre vamos a respetar su decisión pero no por eso vamos a dejar de intentarlo.
¿Qué beneficios supone para ellos estar en una Residencia?
Desde un punto de vista social, muchos. Debemos tener en cuenta que aquí se crea un “microclima” más centrado en la persona. Fuera se diluye, forma parte de la multitud. Aquí cada residente tiene nombre y apellidos, y son importantes para el resto. Están ahí para nosotros y nosotros para ellos. Esto hace que la persona se sienta bien, escuchada y atendida, y parte. Pero, como he dicho anteriormente, todo depende de la persona. Si es y ha sido siempre más activa, más social, será más fácil. Si es más introvertida, le procuraremos actividades más individuales, de lectura, poesía, etc. La clave está en adecuarnos a ellos, a su personalidad.
Por tanto, depende de cada residente. Tiene que haber un proceso de adaptación y es muy delicado. Trasladar a una persona de su casa a la residencia, supone para ellos y sus familiares un impacto tremendo. De alguna forma, le hemos cambiado la vida. Y no podemos olvidarlo. En este sentido, tenemos que fomentar mucho la idea de que más allá de todos los servicios que le van a ayudar sin lugar a dudas, lo más importante es que va a poder seguir creciendo.
Los familiares juegan un papel esencial en todo este proceso y la relación con ellos es constante. Háblanos de ello…
Efectivamente, hay tres pilares fundamentales: los residentes, las familias, y el personal de la Residencia.
Respecto a los familiares, en primer lugar debemos ponernos en su lugar. Hay que entender que ha sido una decisión difícil que, en muchos casos, genera en ellos un sentimiento de culpa muy fuerte que les supone un desgaste increíble. Me gusta trabajar personalmente con ellos, porque en muchos casos, ese sentimiento afecta igualmente a los residentes. Sin embargo, en otras situaciones, son los propios residentes quienes cargan de culpabilidad a los familiares al no adaptarse.
Trato de hacerles ver que su decisión está fundamentada pero hasta que lo llegan a entender, pasa mucho tiempo. Se trata de estar con ellos en este proceso y acompañarles.
Tenemos que hablar de la pandemia y del impacto psicológico en nuestros mayores. ¿Cómo lo estás gestionando?
Efectivamente, esta pandemia ha impactado duramente en nuestros residentes. Lo hemos hablado en otras ocasiones y sí, el hecho de no poder mantener su rutina y sobre todo no poder ver a sus familiares, ha sido muy duro para ellos y para nosotros, lógicamente. En este sentido, las videollamadas han jugado un papel esencial para aliviar de alguna forma esta distancia impuesta.
Por tanto, nuestro objetivo ahora es ir sembrando una semilla de optimismo en ellos, con mensajes positivos como que ya estamos vacunados y por tanto, queda menos, todo esto está ya pasando, en breve estaremos de nuevo compartiendo, etc.
Toca cambiar el mensaje…